Pretendo con esta bitácora presentar mis reflexiones sobre la situación presente y la posibilidad de seguir pensando en otro mundo posible, mejor para todos, especialmente para los que peor viven. A pesar de los vientos que soplan. O mejor: si somos capaces de hacerlo, aprovechando la fuerza del viento contrario.

viernes, 10 de agosto de 2012

BANDOLEROS o SORELODNAB


            La acción realizada por el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) en dos supermercados andaluces ha puesto encima de la mesa el debate acerca de lo que es legal y lo que es legítimo en estos momentos de crisis.
            El positivismo jurídico afirma que no hay diferencia entre lo legal y lo legítimo; la legalidad, por sí sola, es ya fuente de legitimidad; todas las leyes serían legítimas. Cualquier acción contraria a las leyes sería, por consiguiente, delictiva e ilegítima.
            Esta teoría es, a todas luces inconsistente: cualquier disparate que se le ocurriera a nuestros legisladores no sólo se podría convertir en ley, sino que se revestiría, sin más, de una plena legitimidad ética (no deberíamos olvidar que Hitler llegó al poder gracias a unas elecciones totalmente legales). Y, por el contrario, cualquier acto de rebeldía contra una ley injusta se debería considerar ilegítimo y, por tanto, éticamente condenable.
             Así, desde la perspectiva positivista, la acción de los sindicalistas andaluces no tendría justificación alguna: su acción los convierte en delincuentes que deben ser perseguidos penalmente y, además, han ser censurados moralmente.

            El SAT ha realizado una acción ilegal: se ha apropiado de algunos kilogramos de alimentos con la intención de ofrecerlos a organizaciones que se dedican a quitar el hambre de muchas personas que no podrían comer si no fuera por los comedores sociales o por la bolsa de comida que periódicamente reciben en Caritas. Los comercios a los que se han dirigido forman parte de las dos más importantes cadenas de distribución de alimentos de España; el quebranto económico que les han provocado es una absoluta ridiculez. Es cierto que acciones como esta no resolverán los problemas que ha generado esta crisis; pero provocan el debate, golpean las conciencias y abren los ojos de muchos cegados por la propaganda oficial que, mientras que nuestros gobernantes nos llevan a la ruina,  machaconamente nos dice que no hay otra política posible.
            La derecha política española (la que se reconoce como tal y la que se disfraza de centro o incluso de centro-izquierda) ha puesto el grito en el cielo, especialmente por la presencia de un parlamentario andaluz entre los que apoyaron la acción: los parlamentarios deben ser modelos y dar ejemplo de respeto a la legalidad, nos han repetido hasta la saciedad.
            Y el gobierno, por boca de su Ministro de Interior ha puesto en marcha toda la maquinaria represiva del Estado para castigar semejante desafuero.

            Pero hay otra perspectiva: las leyes deben ser elaboradas de acuerdo con los mecanismos legales previamente establecidos; pero no serán legítimas si no respetan el valor superior de la justicia. Dicho de otro modo: una norma puede ser, al mismo tiempo, plenamente legal y radicalmente injusta.
            Y nuestro gobierno lleva seis meses elaborando leyes que aprueban sus parlamentarios -entre los que se cuentan algunos incursos en procedimientos penales por delitos de corrupción- leyes que arrebatan a los trabajadores, a los pensionistas y a los ciudadanos españoles en general, derechos legítimamente adquiridos a lo largo de muchos años de lucha, leyes que están dirigidas directamente a empobrecer a los trabajadores PARA SALVAR a los bancos de la ruina a la que los han llevado sus administradores -al tiempo que esos mismos administradores obtenían millonarios beneficios a título personal-  y contra los que el Ministerio de Interior no ha tomado, que se sepa, ninguna medida urgente.
            Leyes absolutamente ilegítimas, contrarias a lo que el partido gobernante prometió en la campaña electoral y, sobre todo, contrarias a cualquier concepto de justicia que considere que la persona está por encima de cualquier otro valor.

Bandoleros - Autor desconocido
            La acción del SAT recuerda la figura, tal vez legendaria, de los bandoleros que robaban a los ricos para socorrer a los pobres. Su acción es ilegal, no cabe duda.
            Nuestro gobierno (y sus jefes, Frau Merkel, Mario Draghi, etc) es exactamente lo contrario: SORELODNAB bandoleros al revés. Hacen leyes para expoliar a los ciudadanos, para empobrecer aún a los pobres y salvar a los ricos y a sus bancos. La legalidad está de su parte; jamás los podremos acusar de haber cometido ilegalidad alguna, porque son ellos quienes hacen las leyes y las hacen para que el expolio de los ciudadanos sea legal.

            Pero, ¿De qué lado está la legitimidad? ¿A quienes respalda la verdadera justicia?

martes, 26 de junio de 2012

Manos arriba: esto es un rescate



            Dice Nietzsche en “El viajero y su sombra” que “toda palabra es un prejuicio”. En boca de ciertos políticos toda palabra es una mentira; y si es verdad, una amenaza.
            The Daily Telegraph del día 21 de junio anunciaba el rescate inminente de España e Italia; el día 25, el gobierno español solicitaba formalmente de la Unión Europea ayuda para inyectar dinero a la banca. Nos van a rescatar pero ¿es que nos han secuestrado? ¿de quién o de quienes nos tienen que liberar?
            El Diccionario de la Real Academia define “rescate” como “Acción y efecto de rescatar”; y “rescatar” como:


1.                  Recobrar por precio o por fuerza lo que el enemigo ha cogido, y, por ext., cualquier cosa que pasó a mano ajena.
2.                  Cambiar o trocar oro u otros objetos preciosos por mercancías ordinarias.
3.                  Liberar de un peligro, da o, trabajo, molestia, opresión, etc.
4.                  Recobrar el tiempo o la ocasión perdidos.
5.                  Recuperar para su uso algún objeto que se tenía olvidado, estropeado o perdido.




            El uso más frecuente de esta palabra en el lenguaje ordinario es el que se refiere a la liberación de alguien que está secuestrado, o al dinero o a la actividad que sirven para esa liberación. Este uso sería el que responde a la tercera acepción reseñada por el Diccionario de la Academia. También es frecuente el uso de este término en su primera acepción: «Recobrar por precio o por fuerza lo que el enemigo ha cogido, y, por extensión, cualquier cosa que pasó a mano ajena.»

            Cuando hablamos de rescate entendemos que el que paga lo hace para conseguir la liberación del secuestrado. Pero, y esta es la mentira o la amenaza de esta palabra en boca de nuestros políticos, en el rescate que se nos anuncia el que paga lo que quiere es conseguir el control, la sumisión, la esclavitud del rescatado; no nos quieren rescatar, nos quieren comprar, nos quieren dejar caer encima una hipoteca que no la podremos pagar ni nosotros ni nuestros hijos y, tal vez, tampoco nuestros nietos.
            Los bancos, y no sólo los españoles, han realizado en las últimas décadas una gestión desastrosa. Han vendido humo y, mientras hubo quien lo comprara, obtuvieron pingües beneficios y sus directivos se enriquecieron hasta niveles de verdadera fábula. Pero cuando el humo se mostró como lo que era y dejó de venderse, aparecieron enormes agujeros negros en las cuentas de bancos tan importantes como Lehman Brothers  (el que dirigía en España y Portugal nuestro actual ministro de Economía y Competitividad, el mismo ministro que dice que la culpa del rescate a la banca española es de Zapatero), bancos que, al quebrar, provocaron el estallido de la crisis.
            Los dueños del dinero se asustaron;  los directivos de las entidades financieras empezaron a huir, abandonando el barco que se les iba a pique, aunque cubriéndose las espaldas con indemnizaciones y jubilaciones millonarias...

            En España, la crisis se vio agravada por el vaciamiento de la burbuja inmobiliaria. El capital alemán, que generosamente llegaba a los bancos españoles, permitió conceder créditos casi sin límite y sin garantías para adquirir viviendas que subían exponencialmente de precio... hasta que dejó de llegar el dinero alemán, la burbuja se desinfló, dejó de fluir el crédito, aumentó el desempleo, creció la morosidad...
            Los bancos españoles debían mucho dinero a los bancos europeos, alemanes, sobre todo y también a los franceses y a los de otros países. Había que salvar a la banca, era necesario rescatarla  de la ruina a la que sus directivos la habían llevado porque si la banca española se hundía no podría pagar sus deudas a los bancos alemanes. Por eso se ha puesto en marcha un mecanismo que consiste en convertir la deuda privada (la de los bancos mal gestionados) en deuda pública, en deuda del Estado, es decir, en deuda de todos nosotros; por eso la Unión Europea y el mal llamado Banco Central Europeo, no prestan dinero a los bancos, sino al Estado, para que todos seamos responsables de devolver lo que se “nos” ha prestado, para que la carga de la deuda recaiga sobre nuestras espaldas.

¿De qué se ríen?
            En realidad no nos quieren rescatar de ningún peligro; el rescate no es una liberación. La crisis ha sido provocada y/o está siendo aprovechada para, según la primera de la acepciones del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, «Recobrar por precio o por fuerza lo que el enemigo ha cogido, y, por extensión, cualquier cosa que pasó a mano ajena.»
            El enemigo, en este caso, sería la clase trabajadora; y los que quieren recobrar lo que su enemigo ha cogido es el gran capital que quiere recuperar todo lo que el Movimiento Obrero ha ido conquistando en el último siglo y medio. Ese es el verdadero rescate.
            Se trata de un episodio agudo de lucha de clases; ya lo dijo -¡en noviembre de 2006!-, en un extraño ejercicio de sinceridad, el magnate estadounidense Warren Buffett:  «Porsupuesto que hay lucha de clases; pero la está haciendo la mía, la de losricos; y estamos ganando». (Un capitalista afirmando la realidad de la lucha de clases: hasta la teoría marxista se la quieren apropiar).
            Por eso, y en estrecha relación con el “rescate” bancario, ya se están anunciando nuevas medidas tendentes a incrementar más las rentas del capital a costa de la rentas del trabajo: aumento de impuestos indirectos, incluso el de los productos de primera necesidad, reducción de los salarios, disminución de las cotizaciones sociales (que no es sino un modo de rebajar aún mas los salarios), aumento de la jornada laboral... y, al mismo tiempo, se amnistía a los grandes defraudadores fiscales, se ofrecen estímulos fiscales a los emprendedores (!)...
            Pero de estimular la economía, de apoyar a las familias en apuros, de crear empleo... solo palabras.
            Y de gravar con un impuesto las transaciones financieras o de subir los impuestos directos a los que en justicia deberían pagarlos... ¡ni hablar!
           
            Está claro que el rescate no es un rescate: es un atraco. ¡Manos arriba!

martes, 12 de junio de 2012

Y cuando aprendió...

  

Desde que comenzaron los recortes, los ajustes, las [contra]reformas, en una palabra, el ataque sistemático al Estado del bienestar, al Estado social y democrático de Derecho establecido en el artículo 1.1 de la Constitución Española,1 no pasa un día en que no recuerde una historieta que me contaron hace ya muchos, muchos años.
            Un arriero, tratando de aumentar la productividad recortando costes de producción, tuvo una idea que le pareció genial: enseñar a su burro a no comer. De este modo alejaría el peligro de déficit y garantizaría el aumento de beneficios de su empresa; incluso pensó que, invirtiendo después esos beneficios, podría crear empleo y generar riqueza, no sólo para él, sino para la sociedad entera.
            Comunicó su proyecto a su mejor amigo que no pareció demasiado entusiasmado con la idea, aunque respetuoso con las opiniones ajenas, no realizó ninguna crítica, esperando, quizá, que pronto su compadre se daría cuenta de lo disparatado del asunto.

Y cuando aprendió...
            Pasó el tiempo y los dos amigos se volvieron a encontrar.
        - ¿Qué tal resultó tu proyecto? ¿Conseguiste que el burro aprendiera a no comer?
      - Calla -respondió el arriero-, que el muy canalla, cuando ya había aprendido del todo, se murió.

            Si no nos empeñamos en ver un paralelismo estricto en cada uno de los elementos de la historieta, -a nadie, a mí tampoco, le gusta que lo comparen con un jumento- nos servirá para entender lo que nuestros “dirigentes”, dirigidos a su vez por los “mercados”, quieren hacer con nosotros: enseñarnos a no vivir. A ellos les basta con que sobrevivamos. Les resulta más barato. Los recursos necesarios para garantizar a todos una vida digna se podrán de este modo ahorrar y pasarán a engrosar sus cuentas de beneficios.
            Por eso nos están recortando todo lo que ellos pueden recortar de lo que da dignidad a la vida: el salario, la seguridad en el puesto de trabajo, la sanidad pública, la educación, la atención a quienes se encuentran en situación de dependencia...,


            Está claro que comparten el punto de vista de David Ricardo, que consideraba que los trabajadores deberían recibir un salario tal que garantizara la supervivencia de la raza de los trabajadores sin que su número aumentara o disminuyera. Claro, los trabajadores son una raza necesaria para que algunos vivan y se enriquezcan a su costa; pero es peligroso que aumenten demasiado, que se hagan fuertes... o que con el estómago en paz les de por pensar.
            Las últimas noticias sobre el rescate que está prohibido llamar rescate, las amenazas de determinados progres (http://t.co/Y16wAd8F) contra los ciudadanos griegos a los que se les advierte de que se morirán de hambre, o casi, si votan a la izquierda, las recomendaciones de subir los impuestos indirectos -los menos justos- y a atrasar más la edad de la jubilación.. no son sino lecciones teóricas de ese curso del que cada día ponen en práctica una nueva lección.
            Pero a la gente normal, no nos gusta aprender a no comer, no nos seduce que se empeñen en enseñarnos a no vivir.
            El asno de aquel arriero no pudo hacer otra cosa que morirse, cuando le enseñaban a no comer;  pero nosotros tenemos otras posibilidades: informarnos e informar, concienciarnos y concienciar, reaccionar, rebelarnos, actuar... y apoyar a quien reacciona, se rebela y actúa.
            Sin violencia, por supuesto. Sería un error. Sería como jugar en campo contrario. Porque ellos tienen mucha más capacidad de violencia que nosotros. Y si les damos el más mínimo pretexto, la usarán para enseñarnos, de una vez por todas, a no comer.






1. Artículo 1. 1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.

martes, 10 de abril de 2012

Reformas no, ¿expropiación? ¡tampoco!, ¡expolio!

Expolio


    Después de comprometer su palabra en el sentido de no “meter la tijera” en pensiones públicas, Sanidad y Educación porque «Ahí hay que respetar los derechos de los ciudadanos», en un incumplimiento más de lo prometido en la larga campaña electoral en la que el PP acusó al gobierno de Rodríguez Zapatero de ser el origen de todos los males, después de anunciar un presupuesto en el que se impone un recorte  de 27.000 millones de euros, después de algunas declaraciones contradictorias entre diversos dirigentes del gobierno y del PP, en una simple nota de prensa se anuncia un nuevo recorte de 10.000 millones de euros en Sanidad y Educación.
    Mentira. Eso es lo primero que me sugiere esta noticia.
    Mentirosos: los que prometieron hacer una cosa y hacen exactamente lo contrario.
    Pero la mentira parece ser un ingrediente absolutamente imprescindible en política; al menos en la política que sufrimos en España y en Europa desde hace ya mucho tiempo.

Noche de luna negra (detalle)
Carl Hofer, 1944
    Pero decir “mentira” es decir muy poco.
    El mismo Presidente de Gobierno, cuando sólo era aspirante a serlo, dejó claro que Sanidad y Educación son derechos de los ciudadanos y que los derechos no se tocan. Él lo dijo; y él mismo se desdice. ¿Se ha encontrado con circunstancias tan extraordinarias que le obligan a hacer lo contrario de lo que prometió?
    Si es así que explique esas circunstancias y, después, que nos pregunte a los ciudadanos si estamos dispuestos a que se nos arrebaten nuestros derechos; yo, que no lo voté, acataré la decisión de la mayoría; pero si la decisión es contraria a las pretensiones del gobierno, que se vaya, que se vayan.
    No será así. El gobierno no respeta al pueblo, no obedece a la ciudadanía, sino a los malditos mercados. Y esto ya es mucho más grave. Porque el gobierno que así actúa, aunque haya surgido de unas elecciones formalmente libres, ha perdido, por ese mismo hecho, la legitimidad democrática.

    Lo que va a hacer el gobierno es expropiar, o más exactamente expoliar la herencia que hemos recibido de nuestros padres y la que pretendíamos dejar a nuestros hijos.
    El Diccionario de la real Academia española define la expropiación de este modo: «Privar a una persona de la titularidad de un bien o de un derecho, dándole a cambio una indemnización. Se efectúa por motivos de utilidad pública o interés social previstos en las leyes.»
    Pues lo que va a hacer el gobierno es privar a toda la sociedad española de dos bienes, de dos derechos (insisto, según expresión de nuestro presidente). Y lo va a hacer sin darle a la sociedad nada a cambio, sin indemnización alguna. Y lo va a hacer por motivos de utilidad privada: hoy mismo se ha hecho pública la noticia de que el gobierno prepara ayudas al sector financiero por un importe aproximado de 50.000 millones: ¿cabe un cinismo mayor?
    Eso tiene un nombre: expolio, despojo, saqueo...
    Y los que eso hacen también tienen un nombre.

    Lo que no se le puede negar a este gobierno es, en los poco más de 100 días de ejercicio del poder, coherencia. Las medidas que han ido tomando tienen una lógica aplastante: primero, con la reforma laboral, legalizaron la esclavitud (no es una broma; al trabajo sin derechos no se le puede llamar de otro modo más que esclavitud); y ahora ¿para qué quieren los esclavos la educación? ¿Y a quién le importa la salud de los esclavos?

jueves, 2 de febrero de 2012

Yo no soy economista

Pagina nueva 1

Adam Smith, considerado el creador
de la  Economía como ciencia.


Yo no sé economía; pero pienso.
Si un saber no alcanza los objetivos que racionalmente debe conseguir o, al menos, no avanza hacia la consecución de esos objetivos, no se puede considerar una verdadera ciencia.

La meta que la razón se ala a la economía es, en primer lugar, acabar con el hambre y la miseria y, a continuación, mejorar progresivamente la calidad de vida de la humanidad. Y la economía no ha logrado esos objetivos y dudo que se lo haya propuesto.

No, la economía no es una ciencia.
  
José Luis Sampedro:
verdadero sabio; sabio economista
Se me podría responder que la medicina, por ejemplo, no ha terminado con la enfermedad y que el acceso a los servicios sanitarios es enormemente desigual. A esto respondo dos cosas: la primera que la medicina tendrá asuntos que resolver mientras no consiga garantizarnos la inmortalidad. Y la segunda que la desigualdad no es asunto de la medicina, sino de la economía.
  
Por supuesto que hay sabios economistas pero estos están indignados y aterrados con lo que se está haciendo con los recursos y bienes de la naturaleza. Y con el camino que han elegido ¿para salir? del abismo los mismos que nos empujaron hacia el despeñadero.

Yo no sé de economía, pero la economía no es una ciencia. Al menos la economía que legitima este sistema.
Salvo que utilicemos la palabra "ciencia" en sentido metafórico, como se le llama "arte" a la habilidad del carterista o el trilero.

miércoles, 18 de enero de 2012

El gobierno de los sabios, la vergüenza y la justicia



          Avanzaba el siglo IV a. C. y en Atenas la democracia se degradaba progresivamente: el año 399 el conocido como Tribunal de los Quinientos condenó a muerte a Sócrates, uno de los hombres más justos que habían vivido en la ciudad. Platón, su más devoto discípulo, decepcionado por esa y por otras experiencias negativas, orientó su pensamiento con una neta intencionalidad: elaborar una propuesta de un orden político que hiciera imposible la corrupción y la injusticia. Ese proyecto se conoce como "el gobierno de los sabios".
          La idea era heredera del pensamiento moral de Sócrates: puesto que el hombre es bueno por naturaleza -opinaba el filósofo ateniense-, cuando conoce el bien lo practica espontáneamente. Platón aplica al ámbito político esta manera de pensar y concluye que los más sabios serán los hombres más honestos y, por tanto, los que mejor gobernarán la ciudad: «... lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. ... y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.» (República, Libro VII, 517c).
          Sin entrar en los detalles de la utopía platónica, hay que destacar sobre las demás una de sus características: el fundamento de la acción política no puede ser otro que la ética. Por eso, según el Protágoras, Zeus otorga a los hombres, para que sea viable la convivencia en la ciudad, el arte de la política y para que esta sea posible concede a todos la vergüenza y la justicia. El mito -relato simbólico- mediante el que Platón explica esta idea termina con la promulgación de una dura ley: Zeus dispone «que todo aquél que sea incapaz de participar de la vergüenza y de la justicia sea eliminado, como una peste, de la ciudad.» (Protágoras, 322 b-d.)

         La crisis financiera actual nos devuelve al gobierno de los sabios.
        En los últimos meses del 2011 hemos visto cómo los "sabios" de nuestro tiempo, es decir, los economistas, han ido ocupando el poder en países o instituciones de la Unión Europea y de otros Estados importantes del mundo: Los Primeros Ministros Lucas Papademos en Grecia y Mario Monti en Italia y Luis de Guindos como Ministro de Economía en España, por quedarnos en nuestro entorno más cercano.
          Platón se sentiría satisfecho: al cabo de tantos siglos, primero sus paisanos y la nueva República de Roma después se habían dado cuenta de que lo que importa para que el Estado se organice armónicamente no es otra cosa más que el conocimiento, la sabiduría...
          Platón se sorprendería también -y también favorablemente- al ver que ese régimen de caos y desorden que es la democracia, no fue un obstáculo para que estos sabios ocuparan el puesto al que por eso, por lo mucho que saben, se hicieron merecedores: la democracia se rindió ante el saber y se le sometió obediente.
          Y su satisfacción llegaría a su más alto nivel al comprobar que, estos sabios, como él propugnaba en sus mejores tiempos de la Academia, despreciaban como opinión engañosa y sin fundamento el conocimiento originado en la experiencia: para conseguir crear empleo, es necesario recortar derechos a los trabajadores (las reformas del mercado laboral no son otra cosa); se abarata el despido, se recortan los salarios, se suprimen beneficios sociales... y el desempleo sigue aumentando; es necesario ajustar el déficit fiscal para recuperar la confianza de los mercados y, para ello, se recortan servicios sociales esenciales, como educación, sanidad, pensiones... y la caprichosa prima de riesgo sigue creciendo. La ruina a la que están llevando a Grecia las políticas de ajuste fiscal impulsadas por estos sabios y por los que ocupan la dirección de la economía Europea, frente al despegue, lento pero parece que firme de Islandia, el único país de nuestro entorno que eligió la dirección contraria para salir de la crisis no son un argumento para que corrijan las políticas de ajuste que están beneficiando únicamente -también este es un dato de experiencia-  a los bancos, a los banqueros y a sus principales clientes. La experiencia no es fiable, es pura apariencia. Frente a ella se alza nuestra razón... ¡o nuestros intereses!
          Pero, quizá, lo que más sorprendería a Platón es la poca justicia y la poca vergüenza de estas políticas.
         Poca justicia -ninguna- porque los que van a pagar la crisis son sus víctimas y los culpables acabarán siendo sus beneficiarios.
          Y poca vergüenza porque no parece ni ético ni estético colocar en los puestos clave de las instituciones que teóricamente deberían dirigir la salida de la crisis y a la cabeza de los países que más están sufriendo sus consecuencias a quienes tuvieron responsabilidad directa en la generación del problema. A título de ejemplo:
  • Mario Draghi, el actual presidente del Banco Central Europeo, fue vicepresidente de Goldman Sachs International, cuarto banco de inversión del mundo. Mientras él era uno de sus máximos responsables de en Europa, ese banco asesoró al gobierno de Kostas Karamanlis sobre como ocultar la verdadera magnitud del déficit griego, para poder entrar a formar parte del euro.
  • Mario Monti, actual presidente del gobierno italiano, que ha sido director europeo de la Comisión Trilateral, un grupo de presión de orientación neocapitalista fundado en 1973 por David Rockefeller, que también fue miembro de la directiva del Grupo Bilderberg.... también fue asesor de Goldman Sachs durante el período en que esta compañía colaboró en el maquillaje del déficit de Grecia, siendo presidente del gobierno Kostas Karamanlis.
  • Lukas Papademos, como Mario Monti en Italia, ha llegado a la presidencia del gobiernos sin pasar por las urnas, gracias a sus méritos académicos, gracias a su sabiduría. Pero si hay una persona que tuvo que estar perfectamente informada de las maniobras mediante las que Goldman Sachs enmascaró el déficit griego, esa no fue otra que Lukas Papademos, responsable de pilotar la transición de la dracma al euro ya que entonces era presidente del Banco Central de Grecia, cargo que ocupó hasta que en el año 2002 fue nombrado del Banco Central Europeo.
     Pero la guinda de este pastel está representada por nuestro flamante ministro de Economía y competitividad, Luis de Guindos que cuenta, entre sus numerosísimos méritos, el haber sido desde 2006 Consejero asesor para Europa de Lehman Brothers y director de la filial del banco en España y Portugal, donde estuvo hasta la quiebra y bancarrota de éste en 2008, quiebra que se considera como el inicio y el desencadenante de la crisis que ahora sufrimos.

              Lo peor de todo es que no nos están sacando de la crisis sino que, por lo que vemos que sucede a diario, cada vez nos meten más de lleno en el atolladero. Y la gente de a pie sufre cada día un poco más.
              ¿Será porque no es verdadera sabiduría la de estos presuntos sabios? ¿Será la suya simple opinión, mera y engañosa apariencia? ¿O serán intereses sin más, pura injusticia, cínica desvergüenza?