La acción realizada por el Sindicato
Andaluz de Trabajadores (SAT) en dos supermercados andaluces ha puesto encima
de la mesa el debate acerca de lo que es legal y lo que es legítimo en estos
momentos de crisis.
El positivismo jurídico afirma que
no hay diferencia entre lo legal y lo legítimo; la legalidad, por sí sola, es
ya fuente de legitimidad; todas las leyes serían legítimas. Cualquier acción
contraria a las leyes sería, por consiguiente, delictiva e ilegítima.
Esta teoría es, a todas luces
inconsistente: cualquier disparate que se le ocurriera a nuestros legisladores
no sólo se podría convertir en ley, sino que se revestiría, sin más, de una
plena legitimidad ética (no deberíamos olvidar que Hitler llegó al poder
gracias a unas elecciones totalmente legales). Y, por el contrario, cualquier
acto de rebeldía contra una ley injusta se debería considerar ilegítimo y, por
tanto, éticamente condenable.
Así, desde la perspectiva positivista, la acción
de los sindicalistas andaluces no tendría justificación alguna: su acción los
convierte en delincuentes que deben ser perseguidos penalmente y, además, han
ser censurados moralmente.
El SAT ha realizado una acción
ilegal: se ha apropiado de algunos kilogramos de alimentos con la intención de
ofrecerlos a organizaciones que se dedican a quitar el hambre de muchas
personas que no podrían comer si no fuera por los comedores sociales o por la
bolsa de comida que periódicamente reciben en Caritas. Los comercios a los que
se han dirigido forman parte de las dos más importantes cadenas de distribución
de alimentos de España; el quebranto económico que les han provocado es una
absoluta ridiculez. Es cierto que acciones como esta no resolverán los
problemas que ha generado esta crisis; pero provocan el debate, golpean las conciencias
y abren los ojos de muchos cegados por la propaganda oficial que, mientras que
nuestros gobernantes nos llevan a la ruina,
machaconamente nos dice que no hay otra política posible.
La derecha política española (la que
se reconoce como tal y la que se disfraza de centro o incluso de
centro-izquierda) ha puesto el grito en el cielo, especialmente por la
presencia de un parlamentario andaluz entre los que apoyaron la acción: los
parlamentarios deben ser modelos y dar ejemplo de respeto a la legalidad, nos
han repetido hasta la saciedad.
Y el gobierno, por boca de su
Ministro de Interior ha puesto en marcha toda la maquinaria represiva del
Estado para castigar semejante desafuero.
Pero hay otra perspectiva: las leyes
deben ser elaboradas de acuerdo con los mecanismos legales previamente
establecidos; pero no serán legítimas si no respetan el valor superior de la justicia. Dicho de
otro modo: una norma puede ser, al mismo tiempo, plenamente legal y
radicalmente injusta.
Y nuestro gobierno lleva seis meses
elaborando leyes que aprueban sus parlamentarios -entre los que se cuentan
algunos incursos en procedimientos penales por delitos de corrupción- leyes que
arrebatan a los trabajadores, a los pensionistas y a los ciudadanos españoles
en general, derechos legítimamente adquiridos a lo largo de muchos años de
lucha, leyes que están dirigidas directamente a empobrecer a los trabajadores
PARA SALVAR a los bancos de la ruina a la que los han llevado sus
administradores -al tiempo que esos mismos administradores obtenían millonarios
beneficios a título personal- y contra
los que el Ministerio de Interior no ha tomado, que se sepa, ninguna medida
urgente.
Leyes absolutamente ilegítimas,
contrarias a lo que el partido gobernante prometió en la campaña electoral y,
sobre todo, contrarias a cualquier concepto de justicia que considere que la
persona está por encima de cualquier otro valor.
Bandoleros - Autor desconocido |
La acción del SAT recuerda la
figura, tal vez legendaria, de los bandoleros que robaban a los ricos para
socorrer a los pobres. Su acción es ilegal, no cabe duda.
Nuestro gobierno (y sus jefes, Frau
Merkel, Mario Draghi, etc) es exactamente lo contrario: SORELODNAB bandoleros al revés. Hacen leyes
para expoliar a los ciudadanos, para empobrecer aún a los pobres y salvar a los
ricos y a sus bancos. La legalidad está de su parte; jamás los podremos acusar
de haber cometido ilegalidad alguna, porque son ellos quienes hacen las leyes y
las hacen para que el expolio de los ciudadanos sea legal.
Pero, ¿De qué lado está la legitimidad?
¿A quienes respalda la verdadera justicia?
Bandoleros vestidos de Armani, como arma de fuego un iPhone y como escudo la impunidad vitalicia supraconstitucional. Un abrazo grande y como siempre mi enhorabuena por estos textos que nos regalas.
ResponderEliminar