Pretendo con esta bitácora presentar mis reflexiones sobre la situación presente y la posibilidad de seguir pensando en otro mundo posible, mejor para todos, especialmente para los que peor viven. A pesar de los vientos que soplan. O mejor: si somos capaces de hacerlo, aprovechando la fuerza del viento contrario.

sábado, 13 de julio de 2013

La nota



            Según el ministro de educación, los alumnos que deseen obtener una beca del ministerio, además de  que estén debajo de los umbrales de renta establecidos, deben aprobar todas las asignaturas (salvo en las ingenierías que se acepta un pequeño porcentaje de créditos suspensos) y, además obtener  una nota media de 6,5 o, como parece que será tras la rectificación a la que le han obligado los consejeros  autonómicos de Educación, un 5,5. La razón de esta exigencia es que la sociedad no puede estar subvencionando  a estudiantes que no rinden adecuadamente. El razonamiento parece, a primera vista, totalmente cargado de  razón. Nadie puede querer que los recursos de la sociedad se dediquen a alimentar la vagancia. Pero...

            A pesar de lo mucho que las tasas universitarias han subido, éstas no cubren más que el 20 %  aproximadamente del costo total de la enseñanza universitaria. Esto quiere decir, que todos los universitarios  que estudian en las Universidades están subvencionados, unos al 80% y otros, los que tienen menos recursos  económicos en su unidad familiar, al 100%.

            A hora bien: si a un estudiante se le niega la beca porque no ha llegado al mínimo que exige el ministro,  si sus recursos son tan escasos que no puede pagar las tasas, tendrá que abandonar la universidad. Con ello el  Estado se ahorra el otro 80 %.

            ¿Y que sucede con los malos estudiantes que tienen recursos suficientes para pagar las tasas y no  necesitan beca? Estos podrán seguir estudiando y, aunque tengan muchos suspensos y su media no se acerque  ni siquiera al cinco, seguirán gozando de una subvención estatal equivalente al 80% del costo de su  carrera.

            La pregunta cae por su peso ¿Debe la sociedad seguir subvencionando a los vagos con dinero? Según la lógica del ministro, a los que no lleguen al 5,5 habría que exigirles que pagaran el 100% de lo que cuesta su enseñanza.
Calificaciones de A. Einstein
            La exigencia de una calificación es siempre discriminatoria; sobre todo si no se tienen en cuenta muchas circunstancias que pueden ser la causa del bajo rendimiento de un estudiante: necesidad de compatibilizar estudios y trabajo, ambiente desfavorable para el estudio en casa... Y resulta más discriminatoria aún si su nivel económico es tan bajo que le impide seguir estudiando y le obliga a renunciar a alcanzar un título universitario.
            Podría darse esta situación: un chico necesita trabajar para pagarse los estudios y, por tanto, no puede dedicar al estudio todo el tiempo necesario y, en consecuencia, no logra los resultados mínimos que exige el ministerio para conseguir una beca. Tiene que abandonar los estudios; pero sus impuestos -directos e indirectos- y los de su familia, a través de los presupuestos estatales, financian los estudios de los que, sean buenos o malos estudiantes, tienen recursos para pagar las tasas.

            Concluyendo: la política de becas del Ministerio de Educación va a producir las siguientes consecuencias:

1.                  Decenas de miles de universitarios perderán sus becas.

2.                  Muchos de ellos deberán abandonar sus estudios y, posiblemente, engrosar las cifras de desempleo juvenil.

3.                  El número de universitarios disminuirá, lo que, más bien pronto que tarde, permitirá mandar al paro a un buen número de profesores universitarios y, tal vez, cerrar alguna que otra universidad.

4.                  El ministerio conseguirá así un doble ahorro: a lo que deje de dedicar a becas habrá que sumarle los salarios que no tendrá que pagar.

5.                  Ese ahorro quizá sirva para mejorar la calidad de enseñanza de los que queden, es decir, de los que tengan recursos para pagar las tasas que, aunque no rindan adecuadamente, podrán seguir gozando de una subvención equivalente al 80% del costo de sus estudios.

6.                  En todo caso, nos podríamos encontrar con dos tipos de titulaciones: las más exigentes, como las ingenierías o medicina, en las que es difícil aprobar el curso entero -y que son las que dan paso a profesiones mejor remuneradas- y que quedarían reservadas a esas clases sociales con capacidad para afrontar los costes de las tasas -las de cada curso y las de las materias suspensas de las que deberían volver a matricularse; y otras, más ligeras, como las que dan acceso a la enseñanza, reservadas a los hijos de las familias con menos recursos.

7.                  La educación universitaria se habrá convertido o habrá iniciado el camino para convertirse en elitista y clasista, reservada a las clases tradicionalmente dominantes de nuestra sociedad. Y en mecanismo de perpetuación de las desigualdades sociales.

8.                  A los hijos de los trabajadores les quedará muy claro cual será su muy oscuro futuro.

            Nadie duda de que la educación, en España, necesita una reforma importante. Pero creo que justamente en la dirección contraria a la que parece haber elegido el gobierno. Lo que necesita el sistema educativo español es aumentar los recursos con los que cuenta, muy por debajo de los países de nuestro entorno. Prestigiar la actividad docente, dotar a los centros de todos los medios necesarios para la formación permanente de los docentes y la actualización constante de los medios y métodos de enseñanza y aprendizaje.
            Y lo que necesita la sociedad española es aprovechar todos los talentos que en ella se encuentran, sin desperdiciar ninguno. En todo caso, esto sería un despilfarro; pero, además, si los talentos que se malogran son los de aquellos a los que esta misma sociedad ha excluido del reparto de los beneficios sociales, estaríamos ante  una imperdonable injusticia.

3 comentarios:

  1. Hola Rafael, acabo de encontrar este blog. Pudiera ser que fueras el mismo Rafael a quien conocí en Las Palmas de Gran Canaria allá por 1984? Aunque si mal no recuerdo en aquella época estabas en la Herradura. Si no eres...disculpa...Y un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamanete, soy yo, aunque ha llovido mucho desde entonces. Pero no me dices quien eres ni como nos conocimos, aunque imagino cuales fueron las circunstancias.

      Eliminar
  2. Hola, entonces, Rafael. No había vuelto por aquí y no pude ver tu comentario, hasta hoy no he entrado. Nos conocimos en el viejo edificio de la calle Santa Barbara nº 2 donde yo estuve alojado durante mi servicio militar. Al año siguiente te hice una visita por la Herradura. Mi correo electrónico está en mi blog. Un abrazo

    ResponderEliminar